Antología de novelas de anticipación i by unknow

Antología de novelas de anticipación i by unknow

autor:unknow
La lengua: spa
Format: epub
Tags: SF, Conte
ISBN: 978-84-7002-100-8
publicado: 1962-12-31T23:00:00+00:00


Monumento

Lloyd Biggle, Jr.

I

O’Brien intuyó repentinamente que se estaba muriendo. Descansaba sobre una hamaca tejida con fuertes tallos de enredadera, casi al alcance de las salpicaduras producidas por las olas al romper contra las rocas. La cálida caricia del sol se filtraba a través de las ramas de los sao. Los gritos de los muchachos que pescaban al otro lado del promontorio llegaban a él en alas de la perfumada brisa. Una calabaza llena colgaba de su codo. Había estado dormitando, sumido en una agradable somnolencia, cuando la idea tomó forma concreta a través de sus ociosos pensamientos y sacudió su modorra.

Se estaba muriendo.

El hecho de la muerte le inquietaba menos que el darse cuenta que debió pensar antes en ella. La muerte era inevitable a partir del instante del nacimiento, y O’Brien había vivido muchos años. Se había preguntado, a veces, los años que tenía. Seguramente cien, quizá ciento cincuenta. En aquella tierra de ensueño, donde no existían estaciones, donde las noches eran húmedas y los días cálidos y soleados, donde los hombres medían la edad por la sabiduría, resultaba difícil mantener un dedo vigilante sobre el engañoso pulso del tiempo. Era imposible.

Pero O’Brien no necesitaba un calendario para saber que era un hombre viejo. Los cabellos rojos como una llama de su juventud se habían agrisado. Sus miembros acusaban más cada mañana la humedad nocturna. El promontorio en que había edificado su cabaña se había convertido en un poblado; sus hijos, y nietos y biznietos, y ahora los hijos de sus biznietos, habían construido sus propios hogares con sus esposas. Era el poblado de langru, el poblado de los hombres de cabeza de fuego, famoso ya, convertido en una leyenda. Las vírgenes ansiaban unirse a los jóvenes de fuego, tanto si su pelo era rojo como si tenía el rubio nativo. Los robustos jóvenes acudían a cortejar a las hijas de fuego, y muchos de ellos desafiaban a la tradición y se establecían en el poblado de sus esposas.

O’Brien había disfrutado de una existencia feliz. Sabía que había vivido muchos más años de los que hubiera vivido entre la agitación de un país civilizado. Pero se estaba muriendo, y el gran sueño que había crecido hasta dar forma a su vida entre aquellas gentes estaba por encima de sus posibilidades.

Se puso en pie, y mirando al cielo, gritó roncamente en un idioma que hacía mucho tiempo que no había utilizado:

—¿A qué esperas? ¿A qué esperas?

En cuanto O’Brien apareció en la playa, una docena de muchachos corrieron hacia él.

—¡Langri! —gritaron—. ¡Langri!

Se agruparon a su alrededor, excitados, mostrándole los peces que habían capturado, agitando sus arpones, riendo y gritando. O’Brien señaló a la playa, a una larga canoa varada en la arena.

—Al Anciano —dijo.

—¡Ju! ¡Al Anciano! ¡Ju! ¡Al Anciano!

Corrieron delante de él, tratando de adelantarse unos a otros, ya que la canoa no disponía de espacio, para todos. O’Brien tuvo que poner paz, escogiendo a los seis que deseaba llevarse como remeros. Los otros se echaron al agua y nadaron a ambos lados de la embarcación, hasta que los remeros adquirieron velocidad.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.